Pautas viernes
“El celo por tu casa me devora”
¡Qué grande es tener tiempo real para entrar en la experiencia de Amor de la Trinidad!, reconocer que estemos como estemos, en el punto existencial que nos encontramos, somos llamados incondicionalmente a permanecer en su Amor, a no salirnos de ahí y si nos hemos salido como el salmón, las situaciones nos vuelven a las aguas del reposo, al Amor limpio y puro de la Trinidad. Recordaba la poesía de Jaime Bonet Bonet: “En mí el Buen Dios se fija y me pide ser yo su posada, ser la casa de Dios preferida porque en mí quiere instalar su morada. Morada de Dios tan querida, que a mi puerta me insiste y me llama, y aunque vea mi choza en ruinas, tan pobre y destartalada, me toca, me insiste y me grita: por favor, que le escuche y le abra. Porque aunque tan pobre es mi vida, reconstuir Él quiere su casa; me ruega, por favor me suplica, que sea por él habitada, que al precio de su sangre me estima, porque así Él me ama y me ama”.
Por tanto, nos abre a su voluntad, nos dispone interiormente para realizarla, porque estamos donde tenemos que estar. Recuerdo que cuando llegué a Lima, Perú, en cuanto entré a la capilla escuché a Jesús que me decía: Gracias Paty por estar aquí, y me surgió una respuesta desde dentro, gracias a ti, puedo estar donde tengo que estar. Pero, expresaba esas palabras porque experimentaba que la Trinidad era como esa corriente de amor, que me iba conduciendo y me desembocó en mi lugar, mi sitio, donde tenía que estar: Lima- Perú. La Trinidad nos desemboca en el lugar propicio para hacer la voluntad de Dios, donde comulgamos, donde sintonizamos realmente.
Es un día para que reconociendo nuestras estacas, las aseguremos sin demora, porque la confianza de la Trinidad es grande y quiere extendernos a derecha y a izquierda, todo dependerá que sintonicemos profundamente con su deseo amoroso y salvífico.
¿Cómo podemos colaborarle a la Trinidad para que pueda contar con nuestra vida? La cita bíblica de Jn 2,14-22: Nos da claves para no perdernos esta experiencia que hará mucho bien a nuestros hermanos y es LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO. A veces nos imaginamos a Jesús como enojado, y con cierto enojo entra al templo y arrasa con todo lo que hay. Pero desde la perspectiva que me iba danto la Trinidad, captaba la presencia de Jesús entrando a nuestras vidas, nuestro corazón que es ese templo el lugar sagrado, lugar donde está Dios, la sede donde la Trinidad se encuentra con nosotros y lo encuentra ocupado.
¿Qué ocupa nuestro corazón? A veces pensamos que nada, que por lo que estamos haciendo externamente, y que es bueno, son cosas de Dios, nuestro corazón está ocupado por su presencia, pero Jesús al entrar, nos da luz, pone la luz en nuestro interior, porque él es la luz verdadera que ilumina a todo hombre. Dice la Palabra de Dios: “Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados detrás de sus mesas. Lo que encuentra no es malo: pues las ovejas, palomas y bueyes eran animales que se ofrecían en el templo, para agradecer a Dios tantos beneficios. Lo que encuentra Jesús es que en el Templo se venden las ofrendas, está ocupado por la venta de ofrendas; también nosotros podemos sin darnos cuenta estar vendiendo las ofrendas que son de agradecimiento a Dios, es decir, que son expresión de la correspondencia de Amor, llevándonos a vivir una relación con la Trinidad en la práctica de COMPRA – VENTA.
¡Qué bueno poder preguntarle a la Trinidad! ¿Será que mi ofrenda es de compra – venta, Que no es una respuesta a tu Amor, que me lleva a tener una relación contigo de correspondencia? Porque no es lo que se hace, eso es muy bueno, sino la actitud o intención como se hacen las cosas, nuestras ofrendas. La trinidad busca desplegarnos a derecha y a izquierda, pero se necesita pasar por la purificación de intenciones.
Señor ¿Cómo vez que se puede dar ese proceso de purificación?
Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo junto con las ovejas y bueyes; derribó las mesas de los cambistas y desparramó el dinero por el suelo. Mi látigo es la fuerza de la Palabra cargada de amor que nos lleva a tener un corazón exclusivo para él, sin intereses personales, ni búsqueda de acomodamientos en la voluntad de Dios, para que no nos acostumbremos a tener instalado en nuestro corazón ofrendas que no son de acuerdo a la voluntad de Dios. Es nuestro corazón lo que el Señor busca, es la ofrenda que más le agrada: “A QUÍ ESTOY PARA HACER TU VOLUNTAD”.
Jesús le habla a nuestros cambistas, a nuestros vendedores interiores y les dice: «Saquen eso de aquí y no conviertan la Casa de mi Padre en un mercado.» La Trinidad no quiere que nuestra relación con ellos sea como de mercado. Jesús valora nuestra vida, es la casa de Dios, le da la dignidad que tiene. No tenemos por qué comprar y vender nuestra entrega para agradar a Dios un poquito. No necesita la Trinidad un poquito de nosotros, sino todo nuestro corazón, todo nuestro amor, porque podemos ir a medias en el amor con Ellos y con los hermanos. Jesús dirá: «Me devora el celo por tu Casa.»
¡Qué grande es tener tiempo real para entrar en la experiencia de Amor de la Trinidad!, reconocer que estemos como estemos, en el punto existencial que nos encontramos, somos llamados incondicionalmente a permanecer en su Amor, a no salirnos de ahí y si nos hemos salido como el salmón, las situaciones nos vuelven a las aguas del reposo, al Amor limpio y puro de la Trinidad. Recordaba la poesía de Jaime Bonet Bonet: “En mí el Buen Dios se fija y me pide ser yo su posada, ser la casa de Dios preferida porque en mí quiere instalar su morada. Morada de Dios tan querida, que a mi puerta me insiste y me llama, y aunque vea mi choza en ruinas, tan pobre y destartalada, me toca, me insiste y me grita: por favor, que le escuche y le abra. Porque aunque tan pobre es mi vida, reconstuir Él quiere su casa; me ruega, por favor me suplica, que sea por él habitada, que al precio de su sangre me estima, porque así Él me ama y me ama”.
Una de las cosas que me daba cuenta orando esta realidad es que vivimos de certezas, nos movemos de certezas, que van siendo de nuestra vida estacas firmes y sólidas para los momentos fuertes que vivimos, lo que dice Is 54,1-4: asegura tus estacas, no te detengas porque te extenderás a derecha y a izquierda. Ciertamente lo que el Señor nos confía es mucho, pero lo más grande es tener nuestras estacas aseguradas para no detenernos por nada, que nos pueda distraer del deseo de la Trinidad. ¿Cuáles son tus estacas? Podemos preguntarnos. Nos daremos cuenta que tendremos muchas, o quizás una: EL AMOR DE LA TRINIDAD PARA CON NUESTRA VIDA.
Una de estas estacas es: “En realidad Dios no está fuera de nosotros, pues en él nos movemos, existimos y somos” (Hch 17,28). Captaba de parte de la Trinidad a que volvamos a nuestro origen, a nuestra fuente donde realmente nos movemos, nos sentimos libres, existimos, porque todo recobra el sentido, experimentamos que todo es llevadero, porque su corriente: la fuerza de su amor nos lleva, nos conduce y ahí somos, es lo que realmente nos realiza, nos despliega y vamos siendo más nosotros. Por tanto, nos abre a su voluntad, nos dispone interiormente para realizarla, porque estamos donde tenemos que estar. Recuerdo que cuando llegué a Lima, Perú, en cuanto entré a la capilla escuché a Jesús que me decía: Gracias Paty por estar aquí, y me surgió una respuesta desde dentro, gracias a ti, puedo estar donde tengo que estar. Pero, expresaba esas palabras porque experimentaba que la Trinidad era como esa corriente de amor, que me iba conduciendo y me desembocó en mi lugar, mi sitio, donde tenía que estar: Lima- Perú. La Trinidad nos desemboca en el lugar propicio para hacer la voluntad de Dios, donde comulgamos, donde sintonizamos realmente.
Es un día para que reconociendo nuestras estacas, las aseguremos sin demora, porque la confianza de la Trinidad es grande y quiere extendernos a derecha y a izquierda, todo dependerá que sintonicemos profundamente con su deseo amoroso y salvífico.
¿Cómo podemos colaborarle a la Trinidad para que pueda contar con nuestra vida? La cita bíblica de Jn 2,14-22: Nos da claves para no perdernos esta experiencia que hará mucho bien a nuestros hermanos y es LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO. A veces nos imaginamos a Jesús como enojado, y con cierto enojo entra al templo y arrasa con todo lo que hay. Pero desde la perspectiva que me iba danto la Trinidad, captaba la presencia de Jesús entrando a nuestras vidas, nuestro corazón que es ese templo el lugar sagrado, lugar donde está Dios, la sede donde la Trinidad se encuentra con nosotros y lo encuentra ocupado.
¿Qué ocupa nuestro corazón? A veces pensamos que nada, que por lo que estamos haciendo externamente, y que es bueno, son cosas de Dios, nuestro corazón está ocupado por su presencia, pero Jesús al entrar, nos da luz, pone la luz en nuestro interior, porque él es la luz verdadera que ilumina a todo hombre. Dice la Palabra de Dios: “Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados detrás de sus mesas. Lo que encuentra no es malo: pues las ovejas, palomas y bueyes eran animales que se ofrecían en el templo, para agradecer a Dios tantos beneficios. Lo que encuentra Jesús es que en el Templo se venden las ofrendas, está ocupado por la venta de ofrendas; también nosotros podemos sin darnos cuenta estar vendiendo las ofrendas que son de agradecimiento a Dios, es decir, que son expresión de la correspondencia de Amor, llevándonos a vivir una relación con la Trinidad en la práctica de COMPRA – VENTA.
¡Qué bueno poder preguntarle a la Trinidad! ¿Será que mi ofrenda es de compra – venta, Que no es una respuesta a tu Amor, que me lleva a tener una relación contigo de correspondencia? Porque no es lo que se hace, eso es muy bueno, sino la actitud o intención como se hacen las cosas, nuestras ofrendas. La trinidad busca desplegarnos a derecha y a izquierda, pero se necesita pasar por la purificación de intenciones.
Señor ¿Cómo vez que se puede dar ese proceso de purificación?
Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo junto con las ovejas y bueyes; derribó las mesas de los cambistas y desparramó el dinero por el suelo. Mi látigo es la fuerza de la Palabra cargada de amor que nos lleva a tener un corazón exclusivo para él, sin intereses personales, ni búsqueda de acomodamientos en la voluntad de Dios, para que no nos acostumbremos a tener instalado en nuestro corazón ofrendas que no son de acuerdo a la voluntad de Dios. Es nuestro corazón lo que el Señor busca, es la ofrenda que más le agrada: “A QUÍ ESTOY PARA HACER TU VOLUNTAD”.
Jesús le habla a nuestros cambistas, a nuestros vendedores interiores y les dice: «Saquen eso de aquí y no conviertan la Casa de mi Padre en un mercado.» La Trinidad no quiere que nuestra relación con ellos sea como de mercado. Jesús valora nuestra vida, es la casa de Dios, le da la dignidad que tiene. No tenemos por qué comprar y vender nuestra entrega para agradar a Dios un poquito. No necesita la Trinidad un poquito de nosotros, sino todo nuestro corazón, todo nuestro amor, porque podemos ir a medias en el amor con Ellos y con los hermanos. Jesús dirá: «Me devora el celo por tu Casa.»
Este es el tono con el que nos habla este día, es un amor por cada uno que le devora, no son celos humanos sino es la expresión del deseo de la Trinidad de que podamos estar totalmente disponibles y al servicio de la Ellos en los hermanos. Recordemos la cita bíblica de Gn 18: Abrahám es la imagen, nuestra referencia, nuestro Padre en la Fe. En él podemos ver lo que es un corazón puesto al servicio, atento a las venidas de la Trinidad en momentos inesperados, donde podemos reconocerle, estar sencibles, ponernos en camino para corresponder a su mucho amor y tener un corazón pobre que pueda pedir lo vital: Sr. No pases de largo sin detenerte. Porque quiero ser tuyo, y ser para ti y desde ti, ponerme a servir a mis hermanos, intuir su necesidad, y disponerme para que cuentes conmigo como quieras, donde quieras, sin comprar ni vender nada, ni acomodar mi entrega como yo quiera.
Que la Trinidad nos pueda decir: “Haz lo que has dicho”.
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