Nos conduce por el camino estrecho que lleva a la Vida



Gracias Señor por el regalo de la oración, por permitirnos entrar a tu presencia para hacernos saber a través de tu Palabra cuanto nos amas y como nos llamas a ser perfectos enseñándonos el camino que lleva a la salvación. Envíanos tu Espíritu que nos guíe para poder dar con tu voluntad esta mañana...   

“Entren por la Puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡Qué angosta es la puerta y que escabroso el camino que conduce a la salvación! y que pocos son los que lo encuentran”. Mt 7,6.12-14

¿Cuál es la puerta angosta por la que tenemos que entrar? Es buscar en todo hacer la voluntad del Padre. “No bastará con decirme ¡Señor!, ¡Señor! Para entrar en el Reino de los cielos, más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre” Mateo 7,21

La Puerta para entrar se nos hace angosta, porque es muy difícil para nosotros solos hacer la voluntad de Dios. Gracias a Dios que nos ha dado El Espíritu Santo el Protector, que no nos deja solos, que permanece siempre con nosotros para conducirnos por el camino estrecho que lleva a la Vida

“Si ahora vivimos según el Espíritu, dejémonos guiar por el Espíritu”. Gálatas 5,25

Dice el Señor ¡Qué pocos son los que la encuentran!, ¿porque son pocos Señor?

Porque se  niegan a renunciar a lo terrenal, viven atados a las cosas del mundo, se dejan llevar por la tentación de lo fácil, lo cómodo,  el egoísmo, viven  según sus impulsos, sus deseos, viven odiando, dejándose llevar por  el egoísmo, la ira, los celos, las ambiciones, la envidia y cosas semejantes, “los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios” Gal 5,19.

En cambio dejarse conducir por el Espíritu es oponerse a todas esas cosas, para vivir como el Señor quiere para que seamos felices, es cambiar de puerta, es conversión.

 “El fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo”. Gálatas 6,22.

Son pocos los que se deciden a oponerse y escoger vivir con alegría aun en el dolor, en paz en medio de la guerra, comprendiendo a los más débiles de espíritu,  siendo bondadosos con los que caen,  generosos  en el perdón, ayudando a los que menos tienen, vivir en la humildad, dominando  su genio, sus impulsos o arrebatos.

¡Necesitan nacer de nuevo desde arriba! Hacerse dóciles, dejar sus planes para seguir los planes del Señor, poner la mirada en Jesús y seguirle hasta decir:

“He sido crucificado con Cristo y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mi. Todo lo que vivo en lo humano lo vivo con la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí, esta es para mí la manera de no despreciar el don de Dios” Gal 2, 20-21

Dejarnos conducir por el Espíritu Santo, es valorar el Don de Dios, el gran precio con que hemos sido  comprados, no hacer inútil tanta Gracia.
Vivir dejándose conducir por el Espíritu Santo  es un ejercicio, un trabajo, una continua conversión tomando conciencia de cuál es el Objetivo de nuestra Vida, la Opción fundamental.

“Examinen, pues, con mucho esmero su conducta. No anden como tontos, sino como hombres responsables. Aprovechen el momento presente, porque estos tiempos son malos. Por tanto, no se dejen estar sino traten de comprender cuál es la voluntad de Dios”. Efesios 5,1

Demos gracias al Señor, por darnos el Espíritu Santo  que nos conduce por el verdadero camino, no importa lo angosto, lo estrecho que sea, sin El no podríamos distinguir el bien del mal, no sentiríamos el llamado a cambiar, a buscar la cosas de Dios, a entender que es lo que conviene, no solo para nosotros, sino para todos, para llevarlos  a conocer la salvación de Dios, la Vida eterna.

“No se pueden equiparar esas ligeras pruebas que pasan aprisa con el valor formidable de la gloria eterna que se nos está preparando. Nosotros pues no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; porque las cosas visibles duran un momento, pero las invisibles duran para siempre”. 
2 Cor 5, 16.

Madre ayúdanos a ser dóciles como tú y dejarnos conducir por el Espíritu Santo.
Dios nos bendiga.

Nila

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