Frente a la Eucaristía sentimos el poder del Amor.


 Mateo 17,18;  Marcos 2,10

 «Sacramento del amor». Sí, en la Eucaristía Cristo ha querido darnos su  amor, que le impulsó a ofrecer en la cruz la vida por nosotros. En la última Cena, lavando los pies a sus discípulos, Jesús nos dejó el mandamiento del amor: «Como yo os he amado, así amaos también vosotros los unos a los otros» (Jn 13,34).
 Pero dado que esto es posible sólo permaneciendo unidos a Él, como sarmientos a la vid (Jn 15,1-8), eligió quedarse Él mismo entre nosotros en la Eucaristía para que nosotros podamos permanecer en Él. Cuando, por lo tanto, nos alimentamos con fe de su Cuerpo y de su Sangre, su amor pasa a nosotros y nos hace capaces a nuestra vez de dar la vida por los hermanos (1 Jn 3,16). De aquí brota la alegría cristiana, la alegría del amor”. 
SACRAMENTUM CARITATIS
Exhortación Apostólica sobre la Eucaristía
S.S. Benedicto XVI

Es Jesús, El mismo, que curó al hombre paralitico al que sus amigos llevaron en su camilla para que lo sanara, El mismo que curó al niño epiléptico que vivía en un “estado lastimoso”,  Quien ahora nos invita a tener fe, y acercarnos con confianza para que el Poder de su Amor sanador nos levante de la camilla, no saque del “estado lastimoso” en que nos encontramos algunos.

El Poder del amor de DIOS, el Milagro Eucarístico se sigue dando, pero hay muchos que no creen, y se pierden de recibir su Gracia,

“¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil decir a este paralítico: Se te perdonan tus pecados, o decir: Levántate, toma tu camilla y anda? Pues ahora ustedes sabrán que el Hijo del Hombre tiene en la tierra poder para perdonar pecados.” 

Nosotros podemos ahora saber y recibir todo el Poder de su Amor si nos acercamos con humildad, El Señor Jesús no se fija en nuestros pecados, Jesús se fija en nosotros, en nuestra fe, El puede perdonar toda clase de pecados, El es Dios, Su Amor es más grande que todo lo que podamos haber hecho, si realmente estamos arrepentidos, El nos regala su perdón, su Misericordia cubre toda nuestra miseria. «Dichoso, pues, el hombre a quien Dios perdona su pecado» (Sal 31,2; Rom 4,8). ... ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor! (Pregón Pascual)

“Los maestros de la ley pensaban  “¿Cómo puede decir eso? Realmente se burla de Dios. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?”
 Pero Jesús supo en su espíritu lo que ellos estaban pensando: Y dijo al paralítico: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”

El Señor nos ama, nosotros su motivo de quedarse en la Eucaristía, como entonces nos va a dejar enfermos, “Levántate no vivas así, ¿levantarme de que Señor?, levántate de tu falta de fe,  Yo tengo poder para darte una vida diferente, con objetivos diferentes, que te llevaran a vivir completamente sano en el alma y en el cuerpo, levántate no vivas mas así”.

A veces nuestro modo de ser nos tiene paralizados, enfermos, echados en nuestra camilla, y quizás no nos hemos dado cuenta que somos una carga para los demás, con nuestro carácter tan perfeccionista, o de sabelotodo, nuestras tendencias a la soledad, nuestra terquedad, la comodidad de esperar que nos resuelvan los demás los problemas, criticar todo lo que hacen los otros,  y tantas otras cosas en las que vivimos acostados, en esa camilla de malos  hábitos que arrastramos por años.

Pero también nosotros tenemos amigos que nos quieren llevar a que Jesús Eucaristía nos cure, solo hay que tener fe y dejarnos cargar, dejarnos conducir. Hay algunos que piensan que Jesús no les puede perdonar sus pecados. Jesús es Amor, y su Amor tiene poder para perdonar todo. A mí me encanta escucharle a Jesús decir: “Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a El”. Jn 3,17

Jesús murió en la cruz por nuestra salvación porque nos amaba, porque nos ama, y  ahora sigue en el Sagrario, en el Santísimo Sacramento del Altar. Allí nos espera para curarnos si estamos enfermos, para  levantarnos si estamos caídos, para alegrarnos cuando estamos tristes, lo que nadie puede hacer El si puede, porque su Amor es como el de nadie. Decimos en la Misa “Señor una palabra tuya bastara para sanarme” Mt 8,8 una sola Palabra de Jesús tiene Poder para hacernos levantar y cargar la camilla e ir a casa y empezar de nuevo.

Los maestros de la ley, se sorprenden de que Jesús le perdone los pecados al paralítico, porque según sus leyes, ellos tenían que ofrecer sacrificios de animales, matar un cordero y rociarse son su sangre para purificarse de sus pecados, esos eran sus ritos, por eso se escandalizan.
Jesús quiere enseñarles que no necesitan ofrecer holocaustos por sus pecados, solo tienen que creer en El, que viene a dar su vida para redimirnos de la enfermedad del pecado.

 “Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes” Luc 22,20

 Su amor es tan grande, y  gratuito que solo necesitamos creerle. ¡Señor yo  creo pero aumenta mi fe!

“En verdad les digo si tuvieran fe, del tamaño de un granito de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte mas allá  y el cerro obedecería. Nada sería imposible para ustedes” Mt 17,20

Por eso,” ¡No tengan miedo, abran los corazones a Jesucristo!”, Papa Juan Pablo II. ... 

“Acerquémonos con plena confianza a la sede de la gracia, a fin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno”. Hebreos 4,16

Pidamos a María, nuestra Madre Santísima, ruegue por nosotros y por todos los que aun no creen en Jesús Eucaristía, para que abran su corazón al Amor que viene con todo su Poder a sanar en el alma y en el cuerpo.

Dios nos bendiga.

Nila

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