Pautas viernes

Mi alma tiene sed de ti, Señor
¡Qué grande es poder iniciar nuestro día, desde lo que anhela nuestro corazón! Poder expresarnos a Jesús Eucaristía como el salmista: Como anhela la cierva estar junto al arroyo, así mi alma desea, Señor, estar contigo. Sediento estoy de Dios, del Dios de vida; ¿cuándo iré a contemplar el rostro del Señor? Lágrimas son mi pan de Noche y día, cuando oigo que me dicen sin cesar: «¿Dónde quedó su Dios?» (Salmo 42,2-6) Anhelamos estar junto a la fuente, anhelamos beber de la fuente de JESSÚS EUCARISTIA. Reconocer que mi alma tiene sed de Dios es vital. Porque entonces buscaremos a  Jesús como nuestra fuente desde donde existencialmente nos encontremos. ¡Qué importante es saber qué anhela nuestro corazón! Anhelamos a Dios, sediento estamos del Dios de Vida Eterna.
Cuando nos acercamos a Jesús Eucaristía y nos disponemos para que nos sacie nuestras ansias de Dios, Jesús se compromete a que de verdad podamos estar saciados, satisfechos; pero necesitamos darle tiempo real en nuestro día y por eso nos dice como a los discípulos: “ha llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. (Jn 13,1) Tener a Jesús como fuente de Vida Eterna es reconocer que somos amados hasta el extremo. No hay nada nuestro fuera de él, porque hemos sido amados hasta el extremo. No somos para este mundo, no somos de este mundo. Así Jesús ora al Padre: “Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que son tuyos y que tú me diste” (Jn 17,9) Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Jn 17,16) Por tanto, nuestra sed nos marca la hora, es nuestro termómetro de ir a más, de buscar y encontrar en Jesús saciar nuestra sed de eternidad, de trascendencia y ¿Cómo? Dando un paso, pasando de este mundo para ir al Padre, para ser del Padre; porque el hecho de que Jesús Eucaristía sea nuestra fuente, nos está ofreciendo la inmortalidad, su inmortalidad, su vida pertenencia del Padre.
Reconozcamos nuestra hora como Jesús: “Ha llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre”, ha llegado nuestra hora de dejarnos pasar de vivir para esta vida, a vivir para el Padre. ¡Cómo sufrimos cuando vivimos para esta vida! Nos agobiamos y cansamos, nos deja vacíos. Es lo que Jesús les dice a los discípulos ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde la vida? Lo valioso es la Vida Eterna, es lo más valioso que tenemos, es el tesoro que hemos encontrado, porque todos los que oramos es porque ya hemos encontrado el tesoro que es tener Vida Eterna y de tanta alegría por encontrar nuestro único tesoro, nuestra única riqueza hemos vendido todo con tal de comprarlo, de adquirir ese campo. Es lo que nos hace vivir.  (Mt 13,44-46)
Le preguntaba a Jesús ¿Qué necesitamos para que tu hora sea la nuestra? Y entendía que lo que necesitamos es dejarnos cuestionar, porque sus preguntas son las que abren nuestro interior a su deseo de saciar nuestra hambre de eternidad. ¿De qué te sirve ganar…? ¿De qué te sirve si no te sacia? Y pueden ser cosas muy buenas pero no te dan la eternidad, no te trascienden, no te realizan como persona y como discípulo.  No es que sea malo, sino que quedarnos atrapados en vivir para lo inmediato, lo urgente, es lo que nos roba la Vida Eterna, nos convierte en activistas pero para qué haces lo que haces, y para qué vives lo que vives.
Por eso, hoy es el día favorable para volver a alegrarnos de lo que ha sido para nosotros nuestro único tesoro, nuestra única riqueza que queremos compartir a todos por igual. Volver a la alegría que viene de encontrar nuestro tesoro. Santa Teresa decía: Nada te turbe, nada te espante todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta. ¡Cuánto Santos y Santas han encontrado en Jesús Eucaristía que sólo él les basta, y que quien a Dios tiene nada le falta! Esta es nuestra eternidad, esta es nuestra Vida Eterna aquí y ahora: “Vivir con Jesús Eucaristía como fuente de nuestro corazón” Pregúntemele Señor ¿Me bastas? ¿Por qué no me bastas? Porque busco el aprecio y valoración de los hombres, el que me den oficios que me hagan valer, pero que a la larga me quedo sin Vida y sin Vivir? ¿De qué lleno mis horas? Vivo para hacer cosas o porque me Bastas quiero agradarte?
Otra poesía que nos puede ayudar para asimilar la Vida Eterna que nos da Jesús es: Vivo ya fuera de mí después que muero de amor, porque vivo en el Señor que me quiso para sí. Cuando el corazón le di, puso en él este letrero: que muero porque no muero. Esta divina prisión del amor en que yo vivo, ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero. ¡Ay! ¡Qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa un dolor tan fiero, que muero porque no muero. ¡Ay! ¡Qué vida tan amarga cuando no se goza el Señor! Porque si es dulce el amor, no es la esperanza larga; quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero, que muero porque no muero. Solo con la confianza vivo de que he de morir, porque muriendo el vivir me asegura mi esperanza; muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero, que muero porque no muero. Estando ausente de ti, ¿qué vida puedo tener, sino muerte padecer la mayor que nunca vi? Lástima tengo de mí, por ser mi mal tan entero, que muero porque no muero. Mira que el amor es fuerte: Vida no me seas molesta; mira que sólo te resta, para ganarte, perderte; venga ya la dulce muerte, venga el morir muy ligero, que muero porque no muero. Aquella vida de arriba es la vida verdadera, hasta que esta vida muera, no se goza estando viva: muerte, no me seas esquiva; viva muriendo primero, que muero porque no muero. Vida ¿qué puedo yo darle a mi Dios, que vive en mí si no es perderte a ti, para mejor a Él gozarle? Quiero muriendo alcanzarle, pues a Él sólo es el que quiero, que muero porque no muero”.
Los Santos no son más que nosotros, son puntos de referencia que nos apuntan donde está la fuente de Vida Eterna, ¿Qué pasa si Jesús Eucaristía realmente se convierte nuestra fuente? Será una vida que encuentra su gozo en el Señor, porque vive para él, que está salida de sí misma, porque ya solo quiere agradarle a él. Por eso, Jesús nos invita a no hacernos tesoros que la polilla los corroa o los ladrones se los roben, mejor nos invita a hacernos tesoros en el cielo donde ni la polilla los corroe ni el ladrón se los pueda robar, porque donde está nuestro tesoro ahí está nuestro corazón.
Orar con Jesús Eucaristía es hacer una opción fundamental por él, por lo que realmente nos da la vida. Señor tu amor vale más que la vida, te alabarán mis labios. Santa Teresa dice: “Ya toda me entregué y di y de tal suerte he trocado, que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. Cuando el dulce cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída. Y cobrando nueva vida de tal manera he trocado que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. Me heriste con una flecha encendida de amor, y mi alma quedo hecha una con su Criador, ya no quiero otro amor pues a mi Dios me he entregado, y mi amado es para mí, y yo soy para mi amado”.
Nuestra oración habrá dado fruto abundante y duradero, si cada día Jesús Eucaristía es para nosotros y nosotros para él. No renunciemos a este gran derecho que nos da la VIDA ETERNA.

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