Pautas lunes


"Este es mi Cuerpo que es entregado por ustedes"
Algo que es esta semana he experimentado con fuerza es el interés tan grande que tiene el Señor de alimentar nuestra fe, de su parte cada encuentro con cada uno de nosotros a través de su Palabra y de la Eucaristía son como esa transfusión de sangre – de vida- que quita nuestra anemia, que nos da la fortaleza para seguir amando. Realmente nos reanima y eso lo hemos experimentado en este tiempo.
Gracias Señor porque no estamos igual que al empezar la semana, nos sentimos más fuertes para continuar el camino de la vida, para seguirte como tus discípulos, tus amigos.
Me acordaba de todos los momentos en esta semana en que he acudido donde Jesús en la Eucaristía en el trajín del día para pedirle fe, que me enseñe a amar como él, y reconocer la fuerza de transformación que tienen esos diálogos sencillos pero cargados de vida.
Y es lo que dice el evangelio de Juan en el capítulo 6, 63:”Las Palabras que les he dicho son espíritu y vida”, lo único que nos pide es creer, algo fácil a veces, pero otras veces nos cuesta un poco más por distintas circunstancias. Pero el Señor nos dice: Atrévete a soñar y a vivir más allá de las evidencias que te nublan a veces la esperanza, el horizonte y paralizan tu corazón, nos invita a creer en la victoria del amor. Jesús en la Eucaristía nos dice: ¡Yo he vencido al mundo!. Sígueme, fija los ojos en mí, soy tu vida, soy tu luz que alumbrará tus pasos.
Y como Pedro digámosle: Solo tú Señor tienes palabras de Vida eterna. Esas Palabras que son capaces de transformar el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es tan grande cómo nuestro Dios se ha valido de la palabra para transformar. En la consagración el pan y del vino se produce este misterio de Amor que por las palabras del sacerdote se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Dios sigue contando con la palabra y la colaboración del ser humano para seguir alimentando a su pueblo. Y eso es lo que nos dice San Pablo:
Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he transmitido. El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.» De igual manera, tomando la copa, después de haber cenado, dijo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía.»
Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga (1Cor 11,23-26)
 Esto se actualiza en cada celebración de la Eucaristía, y es algo que nos pide transmitirlo a través de nuestras palabras y de nuestra vida como lo entendió Pablo. El sacerdote es quien consagra, el Espíritu Santo obra con todo su poder a través de las palabras del sacerdote y convierte como dice una canción antigua: la espiga dorada por el sol, el racimo que corta el viñador, en pan y vino de amor, en el Cuerpo y la Sangre del Señor.
 Así nuestro trabajo hecho con amor, nuestros intentos de cada día, aquello que en lo secreto el Señor va ganando, las actitudes que va transformando, son el fruto de la tierra y el trabajo del hombre que por las palabras y la acción del Espíritu en nuestra vida se transforma en pan consagrado, vida entregada para la vida de su Cuerpo. Esa es nuestra colaboración en este proyecto del amor que nuestro Dios como amigos nos confía.
 Me acuerdo que una vez en unos ejercicios de mes Jaime nuestro fundador nos decía a las misioneras: ustedes no podrán consagrar el pan y el vino como lo hacemos los sacerdotes, pero ustedes pueden consagrar hostias vivas con la predicación de la Palabra. Y cuando Jesús nos dice: Hagan esto en memoria mía, nos está invitando a participar en este proyecto de amar anunciando su Palabra, esa Palabra que pasa por nuestra vida transformándonos primero a nosotros, amándonos primero y desde ahí capacitándonos para amar, como dice la primera carta de Juan: Nosotros amamos porque Dios nos amó primero (1Juan 4,10).
 La intención de Jesús Eucaristía es darnos esa vida en abundancia, darnos su Amor para capacitarnos para amar como él, con su amor, porque nuestro amor es limitado muchas veces, se nos acaba, nos agotamos, nos sentimos incapacitados para amar, pero es tan real que cuando estamos unidos a él nuestra vida puede dar esos frutos que él espera que nos da la vida en plenitud y no tenemos que buscar en otros lugares, personas, situaciones, que más bien nos dejan más vacíos y decepcionados, porque cuando un corazón está lleno de este amor de Dios puede darse a los demás sin esperar recompensas y en nuestras vidas Dios puede repetir esta entrega:Este es mi cuerpo que es entregado por ustedes, lo quiere decir mirando nuestras vidas y acogiendo en sus manos nuestra entrega que la valora tanto, más que nosotros mismo a veces.
 Que grande podre empezar este día dejando que nuestro Dios a gradezca por nuestras vidas, nuestra entrega: tomó el pan, dio gracias y pronunció la bendición. Que podamos darle permiso para que tome nuestra vida entre sus manos y la lleve hasta el final en la entrega como él quiere. Qué él nos diga ahora es el momento, que nos enseñe a reconocer el momento de la entrega, el momento de dar la vida voluntariamente y generosamente.
Lo que nuestro Dios espera de nosotros es esa disposición para la entrega, para la transformación, que la encuentra cada día, cada momento en el pan y el vino, y él hace el resto y cada vez que hacemos esto dice San Pablo actualizamos la entrega del Señor hasta que vuelva. Y que cuando el Señor venga nos encuentre haciendo lo que tenemos que hacer para nuestro bien y el de los que ve a través de nuestras vidas.
Pidámosle a nuestra Madre María, ella que es la llena de gracia, ella que tuvo en todo momento la disposición para llevara a cabo los proyectos de Dios, que ella nos enseñe a entregarnos confiadamente al Señor en lo concreto que vivimos y que nada nos nuble este deseo de unirnos a su entrega que da vida.

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"Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe"

MònicaFMVD

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