Pautas: Lunes 07/03/2011


Tu eres manantial que salta para la Vida eterna
Cantar 4,12; Juan 4,14-15
Señor te doy gracias porque por tu Palabra nos das sabiduría e inteligencia para entender tus designios, eres el agua viva que refresca el alma y me da alegría de vivir sólo para Ti
Tú nos haces jardín cerrado, porque eres el manantial que da vida donde uno se puede sentir amado y ser capaces de amar, de entregar nuestra mente, corazón y voluntad. Y nos haces entender que no tenemos necesidad de buscar otras aguas que nos contaminan, y si lo hacemos es porque no conocemos el Don de Dios, que es su AMOR, que nos colma y nos calma y no necesitamos de ir tras amores pobres que nos empobrecen más.
En la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, encontramos la fuente de nuestras delicias, ellos son personas que nos hacen a nosotros más personas, cada vez que escuchamos y hacemos Vida la Palabra y la Palabra es la fuente inagotable donde en oración podemos transformarnos en lo que Dios quiere.
Orar es hacernos chorros de agua Viva al llevar la Palabra a otros, nos convertimos en esas represas de agua como Gallito Ciego en Lambayeque o CHAVIMOCHIC en la Libertad, que ahora pasan en sus grandes desiertos, donde antes habían sólo arena y alimañas hoy por donde pasan sus aguas se convierten en un vergel donde hay comida en abundancia y crecen esas plantas y animales que dan de comer y curan la anemia de sus pobladores.
En nuestra alma desértica, a veces llena de alimañas (odio, rencores, amarguras, resentimientos, incapacidad para levantarnos de nuestras caídas) Tú vienes a nuestra vida para convertirla en manantial bien guardado, lleno de la Vida de Dios para nosotros y darla a nuestros hermanos.
Tú nos quiere con un corazón humilde que se deje penetrar por la Palabra para saltar de nuestra pobre vida a la Vida eterna y llevar con nosotros a todos aquellos que se acerquen a nosotros.
Jesús fue el huerto cerrado, el jardín bien cercado y manantial bien guardado porque nada hacía sino escuchaba la voz del Padre y hacía lo que le veía a hacer, hasta llegar a decir el diablo nuestro enemigo, no tiene nada mío que le pertenezca por eso no caigo en la tentación (Juan 14,39)
Eso hace la oración en nosotros, custodiamos la Palabra, la guardamos y la defendemos, como lo hicieron María y José, por eso donde pasaron fueron generadores de comunión y unidad.

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