Pautas viernes

“Aquí estoy para hacer tu voluntad”

Hebreos 10, 4-10
Esto es lo que me queda como fruto de la oración de hoy: ¡Aquí estoy para hacer tu voluntad! Y por eso te doy gracias Señor, porque con estas palabras perfeccionas la ley y recreas la situación del ser humano, sometido a la ley que nos hace por un lado ser unos tiranos con nosotros mismos y con los hermanos y por otro lado hace de nosotros esclavos haciendo cosas por obligación, por rutina y sin disposición interior de amarte y obedecerte por sobre todas las cosas.
Tú quieres que con toda nuestra mente, corazón y voluntad te amemos y nos invitas a dialogar íntimamente, ahí en lo escondido de nuestro corazón cerrando a todo aquello que nos impide distraernos y hablar de corazón a corazón contigo.
¡Qué hermosos Señor, son tus mandatos! Por eso no quieres ni sacrificios ni holocaustos, sino que hagamos tu voluntad, para llegar a ser como Tú, Jesús, perfectos como el Padre es perfecto.
Porque los sacrificios son pasajeros y no borran nuestros pecados, ya que luego de hechos volvemos a sentir nuestras culpas.
Jesucristo vino a instalar un nuevo orden es en orden al AMOR, pensar, sentir, actuar como Él por amor al Padre y con Él mantenernos en continua amistad y presencia con la Trinidad, ya que no dudó en mandarnos a su Hijo muy amado a nosotros para que con su sangre nos librara para siempre de la esclavitud del pecado y como aprender a obedecer.
Jesús aprendió a obedecer la voluntad del Padre entre ruegos y súplicas para no ir a la muerte, porque morir a nosotros mismos: criterios, soberbia, afán de dominar, tener y gozar, cuesta pero eso a Jesús no lo desanimó se hizo débil como nosotros para enseñarnos el camino de la obediencia. Jesús aprendió a obedecer en su pasión (Hebreos 5,7) entre clamores y lágrimas.
1Juan 3,6 Si tenemos a Cristo ya no pecamos, es una gracia tener en, con y entre nosotros la Palabra encarnada, que nos permite vivir en su presencia por su sacrificio de la cruz y esa gracia es eficaz cuando hacemos lo que él hizo, ser obediente en todo lo que el Padre le dice: Yo no digo nada si el Padre no me lo dice y hago nada si no lo veo hacer al Padre. Ese permanecer de Jesús con el Padre es que lo hace ser como Él, nuestro único Dios y Señor de nuestras vidas.
Así nosotros si queremos hacer las obras de Jesús, debemos permanecer en su Palabra para que nos enseñe a decir por amor a Dios: ¡Aquí estoy para hacer tu voluntad!
María gracias por tu ¡SI! a la voluntad de Dios que nos trajo la Vida Eterna, y a nosotros nos das la esperanza de engendrar la Palabra cuando la escuchamos, vivimos y anunciamos. Gracias Mamá y préstanos tu ¡SI! en medio de las tentaciones y dudas.

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