Pautas martes

1Reyes 3,9; Mateo 6,13 Oremos para no caer en la tentación.
En la oración del Padre Nuestro, Jesús nos enseña a pedir al Padre “y no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”, pues “El quiere que todos los hombres se salven” 1Tim 2,4 que ninguno se pierda y por eso siempre está listo para darnos lo que necesitamos para no caer.

Esta ayuda viene en la Palabra de Dios, que nos va a hacer responder a la tentación con Palabra que sale de la Boca del Señor. (Deut .8, 3b)
No vamos a ser nosotros, sino Dios defendiéndonos, el arma más poderosa a la que el enemigo no puede vencer es la Palabra de Dios. Jesús nos enseño a orar así, porque el mismo fue tentado y se defendió con las Escrituras del Antiguo Testamento.
Desde que amanecemos hasta que nos acostamos, la tentación está al acecho “como león rugiente buscando a quien devorar”, (1Pe 1,8) buscando por cual lado atacarnos, y se vale de nuestro carácter, de nuestros apegos a las cosas del mundo, sabe de nuestras tendencias equivocadas, de nuestras debilidades y es allí donde se quiere hacer fuerte, en aquello que más nos cuesta dominar, por allí nos quiere vencer, y ¿Por qué quiere tentarnos y que pequemos?, porque le gusta dividir, porque donde el Señor quiere que reine el amor, el enemigo busca que haya odio, división, resentimientos, peleas, faltas de perdón, venganza, y todo lo que nos haga caer, porque busca nuestra muerte, porque pecar es morir a la Gracia.
Tenemos que orar para no caer en la tentación; si caemos la consecuencia es el pecado, y las consecuencias de nuestra caída la sufren todos,…es una cadena que no se acaba, como si el pecado salpicara a todos, y lo peor es que le ofendemos a Dios primero que a nadie, a Jesús que ha dado la vida por nosotros, para salvarnos del pecado.
Tenemos que orar para no caer en la tentación, no por miedo al infierno o por cumplir la Ley… “Señor no queremos caer en la tentación, porque no queremos lastimarte mas, el mirarte en la cruz, me da fuerza para no pensar en mi y en lo que yo quiero, en lo que me podría complacer haciéndote daño, sino que te pido no me dejes caer en la tentación porque TE AMO, y no quiero volver a hacerte sufrir” .
Nos dice San Pedro “Como niños recién nacidos, busquen la leche no adulterada de la Palabra gracias a ella crecerán y alcanzaran la plenitud” 1Pe 2,2 La Palabra orada diariamente, incesantemente nos ira conformando a la imagen y semejanza de Jesús y no seremos nosotros sino El quien vaya desde dentro, luchando contra la tentación, defendiéndonos del pecado, haciéndonos más fuertes, y cada vez que vayamos respondiendo desde la Palabra la tentación tendrá menos fuerza para hacernos caer.
En la experiencia del rey Salomón, cuando hereda el trono de Israel, contempla ese “Pueblo tan numeroso que no se puede contar” y en su oración le va contando al Señor sus debilidades… “no sé todavía conducirme, soy muy joven”…..soy un hombre débil, demasiado limitado para comprender la justica y las leyes….la razón humana avanza tímidamente nuestras reflexiones no son seguras porque un cuerpo perecible pesa enormemente sobre el alma” (Sab, 9)Lo que el experimenta ese temor de fallar en el encargo tan grande, de caer en la tentación es lo que nos pasa a todos, él hace una oración llena de humildad, de confianza, como un hijo que le confía a su padre sus debilidades y sabe que su Padre no le va a defraudar.
“Concede pues a tu servidor que sepa juzgar a tu pueblo y pueda distinguir entre el bien y el mal. ¿Quién podría en realidad gobernar bien a un pueblo tan importante?
1 Reyes 3,9
Tenemos un pueblo que el Señor nos ha encomendado, es suyo, son sus ovejas las que nos ha encomendado, y ellos son muy importantes: nuestros hijos, padres, hermanos, amigos compañero de trabajo, todas las personas con los cuales nos relacionamos. Si no oramos, si no tenemos amistad con Dios, si no lo tratamos diariamente, no vamos a saber aconsejar, ni ayudarles para enseñarles a defenderse de la tentación.
A Yavé le gustó que Salomón le pidiese una cosa así, porque no pidió para si nada, más bien pedía pensando en aquellos que amaba Dios, en su pueblo elegido.
Pidámosle a nuestra Madre nos enseñe a orar con humildad y con mucha fe en que tenemos un Defensor que vendrá en nuestra ayuda dándonos su Gracia y Auxilio en el momento oportuno. (Heb 4,14-16).
Dios nos bendiga.
nila

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