Pautas lunes
Lo que hicieron con uno de estos más pequeños a mi me lo hicieron
(Mt 25,31-46)
Después de leer este pasaje tan bello, en la que tú Jesús, te identificas con cada uno de nosotros, sobre todo con los más pobres, humildes y pecadoras. Me preguntaba cómo hacer mal al hermano, si estás en cada uno de ellos, de sólo pensar me lleno de tristeza porque muchas veces ¡te he tratado tan mal!
Imagínense si el Presidente de la República nos dijera ¡dame de beber! Yo no sabría con qué vaso darle, buscaría lo mejor, debido a su investidura.
Imagínate a Jesús pidiéndote ropa, u hospedaje en tu casa, si lo reconocerías tal como es, como lo vieron los apóstoles, seguro que no le negaríamos, al contario nos sentiríamos halagados.
Pero qué pasa cuando un mendigo, o un niño se nos acerca pidiendo limosna, comida o ropa, ¿Qué pensaríamos? Este es un sinvergüenza, está acostumbrado a pedir y hasta le decimos: ¡este tiene más que nosotros!
¿Qué denotamos con ello? Que nos falta fe, que nosotros no los miramos como Jesús los mira, lo que es más: se identifica con ellos. Jesús tiene rostro hoy: y es en los más pobres y necesitados de bienes materiales y espirituales.
Hay muchas personas, comunidades que se dedican por opción de ser como Cristo a aliviar los males de estos Cristos rotos, ¿Pero cómo colaboramos con ellos, para que puedan ayudar a tantos pobres?
Y qué decir de nuestra comunidad, que alivia a tanta gente en sus problemas, dificultades, cuando llevamos la Palabra y saciar la sed y el hambre que las personas tienen de Dios; de eso tenemos experiencias cada uno de nosotros, de aliviar a aquellas personas que lo necesitan y librarlas de la cárcel de sus miedos, traumas, desconfianzas.
Por eso la oración de cada día es vital, para beber y saciarnos de la fuente amorosa de la Trinidad, para poder ser nosotros fuente de Amor y Vida para las personas que nos rodean principalmente, creando unidad, generando comunión.
Mamá querida, danos ojos de fe para ver en cada uno de nuestros hermanos, el rostro de Jesús, ya que todos somos necesitados, de bienes materiales y/o espirituales.
(Mt 25,31-46)
Después de leer este pasaje tan bello, en la que tú Jesús, te identificas con cada uno de nosotros, sobre todo con los más pobres, humildes y pecadoras. Me preguntaba cómo hacer mal al hermano, si estás en cada uno de ellos, de sólo pensar me lleno de tristeza porque muchas veces ¡te he tratado tan mal!
Imagínense si el Presidente de la República nos dijera ¡dame de beber! Yo no sabría con qué vaso darle, buscaría lo mejor, debido a su investidura.
Imagínate a Jesús pidiéndote ropa, u hospedaje en tu casa, si lo reconocerías tal como es, como lo vieron los apóstoles, seguro que no le negaríamos, al contario nos sentiríamos halagados.
Pero qué pasa cuando un mendigo, o un niño se nos acerca pidiendo limosna, comida o ropa, ¿Qué pensaríamos? Este es un sinvergüenza, está acostumbrado a pedir y hasta le decimos: ¡este tiene más que nosotros!
¿Qué denotamos con ello? Que nos falta fe, que nosotros no los miramos como Jesús los mira, lo que es más: se identifica con ellos. Jesús tiene rostro hoy: y es en los más pobres y necesitados de bienes materiales y espirituales.
Hay muchas personas, comunidades que se dedican por opción de ser como Cristo a aliviar los males de estos Cristos rotos, ¿Pero cómo colaboramos con ellos, para que puedan ayudar a tantos pobres?
Y qué decir de nuestra comunidad, que alivia a tanta gente en sus problemas, dificultades, cuando llevamos la Palabra y saciar la sed y el hambre que las personas tienen de Dios; de eso tenemos experiencias cada uno de nosotros, de aliviar a aquellas personas que lo necesitan y librarlas de la cárcel de sus miedos, traumas, desconfianzas.
Por eso la oración de cada día es vital, para beber y saciarnos de la fuente amorosa de la Trinidad, para poder ser nosotros fuente de Amor y Vida para las personas que nos rodean principalmente, creando unidad, generando comunión.
Mamá querida, danos ojos de fe para ver en cada uno de nuestros hermanos, el rostro de Jesús, ya que todos somos necesitados, de bienes materiales y/o espirituales.
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