No podemos guardar lo que Dios nos da para bien de otros.


Luc 9,13. Juan 6,41.51

Esta mañana me presentaba ante el Señor agradeciéndole por poder dialogar con Él, por la capacidad que me ha dado de oírle, de hablarle, de escucharle de sentirle tan cercano a mi vida y a la vida de todos nosotros, tan cercano tan presente en medio de nuestros problemas,  de nuestra realidad, y sobretodo que nunca nos deja ir como hemos venido;  cuando estamos con Él, salimos diferentes,  porque  El es la Luz del mundo, Quien  ilumina nuestros pasos, nos da la fuerza que necesitamos para enfrentar las situaciones por más duras que sean, nos da ánimo para llevar su Palabra,  para vivir en la vida ordinaria de una manera extraordinaria gracias al Carisma que hemos recibido de la Oración, del Testimonio de vida evangélica  y del Ministerio de la Palabra.
Y  esta mañana en el marco de una situación familiar difícil de un familiar enfermo  con muchas carencias y alrededor un ambiente de enfrentamientos  de los hijos unos con otros por querer cada uno resolver el problema a su manera, pero sin llegar a un acuerdo,  el Señor me quería enseñar cómo vivirlo a través del pasaje de la multiplicación de los panes y los peces.
Y contemplaba a los apóstoles preocupados mirando a la multitud de personas que se habían reunido en un lugar despoblado siguiendo a Jesús  para oír su Palabra, para que los cure, les ayude etc. y ya la tarde había caído, o sea ya la gente estaba con hambre, cansada, y ellos también.
Ellos se daban cuenta del problema lo identificaban,  y su solución era decirles que se vayan,  decirle a Jesús que los despida, porque para ellos era un problema que no podían resolver.
Y yo me sentía así también mirando la situación con ojos de discípula, de preocupación por querer hace algo,  pero a la vez  con la idea de despedirles,  desanimada porque no sabía cómo ayudar a que se viva esta situación en un clima de amor, de cooperación mutua, es por eso que me presentaba ante el Señor, no solo con mi situación familiar sino con otras que se me han presentado esta semana en el camino de apostolado.
Señor,  yo también siento compasión porque los veo como ovejas sin pastor, Tú ya has puesto tu mirada en mi interior me has enseñado a mirar a mis hermanos como Tú, a no ser indiferente, pero me siento impotente, no sé qué hacer.
No sé cómo ayudar, identifico el problema pero nada más. El Señor me preguntaba como a los apóstoles… ¿tú, que tienes? …Solo el deseo de hacer algo, pero sin saber cómo, sin fuerza,  sinceramente Señor, con ganas de despedirlos de mis pensamientos, de dejarlos que resuelvan su problema.
Pero dales de comer tu misma ocúpate de ellos no les despidas, Señor ¿qué les voy a dar de comer?, eso que a ti te ha ayudado, lo que te ha  resuelto  la vida, lo que tú has experimentado, lo que has descubierto, tú tienes algo que ello no tienen, ves lo que ellos no ven, sientes lo que ellos no sienten, porque tú has descubierto el Amor,  dales eso que has recibido, no te lo guardes, ellos se mueren de hambre, dales de comer.
Señor va a ser bien difícil,  ellos creen que el dinero es la solución para este problema…
 Pero ¿tú qué dices? Tu mi apóstol verbum Dei, a quien he formado, que conoce la Verdadera Solución, a quien le he dado el carisma de orar y predicar la palabra,  que ha bebe de mi amor diario, ¿qué vas a hacer?
Señor yo solo tengo muchas deseos de ayudar, pero creo que eso no ayuda para nada,  ¿qué es esto para este problema tan difícil?  …Esos deseos para mí son como los cinco panes y dos peces, es el llamado que tienes, tu vocación a servir, tráemelos.
Su salvación la pongo en tus manos, Señor eso es muy fuerte, por ti me daré a conocer, eres mi elegida mi enviada, tú tienes algo que ellos no tienen,  no te lo guardes, yo te lo di para tu bien, para tu salvación, ese Bien que recibiste dalo, repártelo, no lo retengas, porque esos es robarles a ellos la oportunidad de salvarse, es dejarlos morir en su pecado en sus errores, eres co-responsable de la salvación de tus hermanos, no los despidas de tu campo de misión, mírales como yo les miro y dales el alimento Verdadero, eso es lo que necesita la persona enferma, así como la multitud que estaba en el lugar despoblado, con hambre, lejos de los poblados, caída la tarde  necesitaba  Amor, que se ocupen de su hambre, que no les despidan, hazte cargo de ellos,  su problema es tu problema es tu viña, allí has sido enviada.
Esta situación es un pretexto para que se dé el Milagro del amor, así como tenía que estar la multitud de personas, en  un lugar despoblado, que se hubiera hecho tarde,  que los apóstoles estén cansados,  que hubiera un muchacho con cinco panes y dos peces, todo ello era el contexto para que se dé el Milagro, para que me revele como Hijo de Dios, con poder para dar de comer el Pan verdadero,  el Amor, la compasión, la misericordia,   así en esas situaciones difíciles donde se dan muchas circunstancias aparentemente adversas,  difíciles de  resolver es allí donde más me quiero revelar, hacer el Milagro de la multiplicación de mi Amor, para que llegue a todos.
Enséñales que el dinero no lo es todo, enséñales a  amarse unos a otros, haz eso que sabes hacer, ¿Tienes el carisma de la Predica de la Palabra?, entonces predica, ¿por ella tú conociste el amor? Entonces dales a conocer el  amor a través de la palabra, ora lo que vas a predicar, yo lo voy a bendecir, yo voy a ir contigo, no vas sola a alimentar a esa gente.
Jesús bendijo los alimentos levantó los ojos al cielo y les dio a los discípulos para que los repartieran, Jesús cuenta con nosotros para repartir el Pan de su amor, el Milagro se va a dar, en estos ambientes muertos donde hay tanta dolor, pero tanta ignorancia, tanta hambre de conocer una vida diferente,  allí,  entrega lo que has recibido no lo  retengas. . El carisma es para todos, es un regalo que es para todos.
Gracias señor por enseñarme esta mañana que la solución no es despedir a la gente,  la solución es dialogar contigo, ir a preguntarte que hacer, como vivir frente a lo que parece imposible, gracias por reaviva r en mi el carisma, reconocer que tengo un Tesoro, que es para repartir, que no lo puedo guardar porque me lo has dado para enriquecer a mucho.
Gracias madre por levantarme temprano por este regalo de estar ante ustedes para alimentarme del Pan de Vida para entregarlo a mis hermanos a los que tienen hambre a los que se sienten lejos,  en lugares despoblados, sin amor, sin luz, sin vida.
Dios nos bendiga.
nila



Comentarios

Entradas populares de este blog

“DIOS ME CUBRE CON SU MANTO”

“Un buen soldado de Cristo”

Jesús, fijando en él su mirada, le amó