Oramos confrontando nuestra vida con su palabra

Mt 5,23-24
Este tiempo de cuaresma y tiempo del año jubilar del Verbum Dei, son tiempos de gracia y misericordia en la que el Espíritu Santo , con la fuerza de la Palabra nos quiere llevar a ser Cristo, Palabra de Dios que ilumina nuestra identidad y deseo de consagrarnos a Él desde donde estamos.

Sólo con Él en su Palabra podemos cimentar nuestra vida plena, feliz.

Peregrinar en la Palabra hace nuestra vida fecunda con la fecundidad abundante que llega a todos los hombres, a pesar de nuestras debilidades y limitaciones.

Para ello caminanos con los ojos de la fe, de que Jesús llevará su obra hasta el final, sólo Él ha querido apostar por nuestras vidas, porque le ha parecido bien manifestarse en nosotros y hacer de nuestra pequeñez un pueblo grande, una familia grande.

Haznos dóciles para dejarnos llevar como tú al desierto a buscar una vida nueva, de anuncio de la buena Nueva sin miedo, sin dudas, sin huidas, sino con la misma fuerza que te impulsó: con la fuerza del Amor a Ti y a mis hermanos.

Por eso ahora te pido la gracia de saber reconocer cómo y dónde quieres que yo entre al desierto de mi vida, para hacer más consciente este camino de conversión hacia a Ti y a los hermanos porque me dices:
Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda.

Tú no quieres más ofrendas que el amor a los hermanos, y ahí quisiera detenerme porque tú quieres que tenga en cuenta a los demás y sólo frente a tu Palabra soy capaz de reconocer, que muchas veces hago mal a mis hermanos ¡Cuántos hermanos tendrán algo contra mí: ofensas de palabra, obra y por mi silencio que los delataba o no defendía sus derechos! ¡Cuántas meteduras de pata cuando hacen o nos dicen lo que no nos gusta, cuántas veces a sabiendas los he dañado!

Pero tú Jesús, estás ahí no para condenarme, sino invitándome a amar pidiendo perdón a cuantos hice el mal, a practicar la caridad y la justicia con los demás, amando a mis hermanos como tú los amas.

Señor que las palabras que me has dirigido hoy sean en mi y en los demás Espíritu y Vida, que hoy como María escuchemos tu Palabra, la creamos y la pongamos en práctica en todas las situaciones y circunstancias que nos toca vivir y con todas las personas porque tú estás en cada uno de las personas, tú mismo le dijiste a Pablo ¿Por qué me persigues? Tú te identificas en cada uno de nosotros.

Perdona Señor, por las tantas veces que no te amamos en el otro, sobre todo con las que convivimos.

Enséñanos a vivir tu Palabra a profundidad que cada día en la oración yo pueda beber de Ella y aprender a amar como tú amas. Al final de la vida sólo quedará lo que hemos amado.



Comentarios

Entradas populares de este blog

“DIOS ME CUBRE CON SU MANTO”

“Un buen soldado de Cristo”

Jesús, fijando en él su mirada, le amó