Revelamos el rostro de Dios como otros nos lo han revelado y dado a conocer a nosotros.




“Hoy me absorbe y acapara casi por completo mi atención, el papel del evangelizador, su ser e identidad propia, porque su misión no afecta solo a su propia vida sino que implica la suerte temporal y eterna de multitud de hermanos.” Jaime Bonet.

Le doy gracias al Señor por haberme llamado a conocerle desde el Verbum Dei un carisma centrado en la oración con la Palabra de Dios, el testimonio de vida evangélica y la prédica de la Palabra,  y sobre todo porque permitió que prendiera en mi corazón, el espíritu del fundador Jaime Bonet, esas ansias de que llegue la Palabra a todos mis hermanos, pero no solo que la escuchen sino que prenda también en ellos el deseo de querer orar, de escuchar personalmente a Dios, y digan como los samaritanos:

 «Ya no creemos por lo que tú has contado. Nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.» Jn 4,42

La oración constituye para nosotros una dedicación, la mejor parte en este mundo, porque es estar en contacto personal, íntimo, y profundo con el Camino, la Verdad y la Vida: con Jesús Palabra de Dios,  que nos va transformando en sí, que pone su mente, su corazón, su Vida en nuestra vida, nos ensancha el corazón, nos hace vivir a lo grande, porque amar, pensar como El es vivir de una manera divina, estar en el mundo sin ser del mundo.
La  trascendencia  que tiene la vida de una persona que ora es incalculable, no sabemos hasta dónde llegará, porque damos la Palabra de Dios. Por designio del Señor nos encontramos yendo a sitios que nunca habíamos imaginado llegar, a una cárcel, a lugares muy apartados de las ciudades donde nadie quiere ir por peligrosos, y vamos sin sentir miedo, al contrario llegamos llenos de compasión evangélica, de amor fraterno, a suplicarles como Jesús “cambien sus vidas”, llegamos a donde hay enfermos desahuciados, con sida, llevándoles fe, esperanza, Palabras de Vida eterna,  nos encontramos  con matrimonios a punto de romperse, con jóvenes que ya no quieren vivir, con mujeres y hombres desesperado que nos piden con sus actitudes, con sus miradas, “Muéstrame otra manera de vivir, enséñame a vivir como tu vives, muéstrame una vida que valga la pena, dame un sentido para que yo quiera vivir, porque yo no lo encuentro por más que lo busco, muéstrame el Amor eterno que tú dices que has encontrado”, nos ruegan ir a sus sitios a darles la Palabra que es Vida y Amor, a mostrarles el Rostro de Dios.

 “Ninguno vio jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su caridad es completada en nosotros”.  1Jn 4,12

 “Mi vida tiene que ser la interpretación de la Palabra de Dios; tiene que interpretarla al  vivo porque, si no es así, la gente no solo no la entenderá sino que quedará confundida”. FamD

Estamos a llamados a dar a conocer con nuestra propia vida,  el  Rostro de Dios Amor, que a nosotros nos fue revelado en predicación y sobre todo a través de los  testimonios de vida de las misioneras,  de los discípulos;   porque también llegamos como ellos a la comunidad buscando un cambio, pidiendo que nos muestren otra Vida, porque no conocíamos a Dios, no entendíamos como teníamos que vivir para ser felices, para que en nuestros hogares haya amor, paz, armonía, descanso…ni imaginábamos siquiera como era, la Vida tan grande que íbamos a descubrir.
Poco a poco las misioneras nos lo dieron a conocer, nos enseñaron a orar, nos dieron Amor de Dios con su acogida, nosotros observamos sus vidas y nos preguntábamos porque son así, de donde les nace el interesarse por nosotros, llamarnos, insistir en que aprendamos a orar, asistir a las escuelas de formación. El mismo interés de Jesús en formar a sus discípulos.

“Este Jesús presente en el misionero, es el que conquista, llama insistentemente, seduce, lleva en pos de si, dinamiza al misionero mismo. Mas que portador de un Jesús mensaje, el evangelizador se siente llevado, transportado por un Jesús mensajero, al que acompaña y secunda, como el altavoz a la voz, como el eco o resonancia al grito, a la Palabra”. J. Bonet.  

Esta es nuestra misión, a la que nos entregamos por voluntad del Señor: elegidos para  anunciar el Evangelio de Dios. (Rom 1,1)  Para que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.1 Tim 2,4.

Nuestra Madre nos bendiga y acompañe a llevar este Encargo con todo Amor y fidelidad.
Nila

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