Pautas Viernes
Aprender a discernir la voluntad de Dios
Mt 18,15-17
Un elemento fundamental del año jubilar judío es: el restablecimiento de las relaciones con Dios: permitir que el Señor ocupe en nuestra vida el lugar que le corresponde.
Por eso, la invitación para este día es: Reconoce en tu oración que Él está en ti, que te habita, que está inundando todo tu ser, y por esa razón, la misma gracia del Señor te posee, pues su Espíritu es su mayor regalo y con Él todos sus dones, frutos, bendiciones… inundan tu ser.
La lógica del Espíritu no siempre sigue las reglas normales del pensar y del actuar humano aunque nunca se opone a la verdad y al bien. El discernimiento es la búsqueda de la autenticidad cristiana para acertar en "la voluntad de Dios" (Rom 12,2).
A la luz de la Palabra de Dios "discernir" significa examinar, distinguir, escrutar. Palabra que es siempre viva, comunica nuevas luces para solventar las situaciones que se presentan en el caminar espiritual y apostólico.
El discernimiento necesita tiempo para ver los frutos y comprobar que son duraderos y afirmar que lo que hacemos:
1. está actuando el Espíritu Santo
2. está actuando el maligno
3. está actuando la propia persona
El espíritu malo se muestra en la soberbia, la falta de caridad, el odio, la confusión, la desesperación, el ansia de poseer, dominar y disfrutar. El espíritu natural, aparte de los desórdenes y debilidades, se muestra en la valoración excesiva del éxito, la eficacia, el fruto inmediato, el sentirse realizado, en la lógica humana.
El Espíritu Santo no se puede conjugar con el espíritu malo pero sí puede salvar y sanar el espíritu natural (datos sicológicos, sociológicos, etc.) orientándolo hacia un mejor servicio de amor y de verdadera eficacia evangélica.
No hay "reglas" exactas para discernir puesto que "el Espíritu sopla donde quiere" (Jn 3,8) trascendiendo los cálculos de la lógica humana.
La luz y la acción del Espíritu van por el camino de la oración, caridad, sacrificio, humildad, esperanza. Cuando se emprende un camino nuevo, esa nota de "paz" evangélica indica la existencia de la caridad. Sólo es posible discernir bien cuando se entra en la libertad interior de no condicionarse a preferencias humanas.
Se han señalado siempre unos medios de discernimiento: oración (como signo de humildad y confianza en Dios), consulta (como signo de comunión con los hermanos), examen de las propias inclinaciones, experiencias de los santos, estudio de los criterios de la Iglesia.
Una de las primeras tareas para este año de gracia, de júbilo, es que revises tu vida de relación con Dios ¡Revisa el lugar que tiene el Señor en tu jornada, en tu trabajo, en tu quehacer! ¿Te vives habitado, guiado, movido por el Espíritu o tu vida se encamina y guía por el espíritu del mundo?
Pide: Señor, dame la conciencia de que estar habitado y poseído por tu Espíritu, de manera que Él sea lo primero. Y evalúa: ¿Qué he de hacer para restablecer mi relación contigo Señor y hacer en todo tu voluntad?
Mt 18,15-17
Un elemento fundamental del año jubilar judío es: el restablecimiento de las relaciones con Dios: permitir que el Señor ocupe en nuestra vida el lugar que le corresponde.
Por eso, la invitación para este día es: Reconoce en tu oración que Él está en ti, que te habita, que está inundando todo tu ser, y por esa razón, la misma gracia del Señor te posee, pues su Espíritu es su mayor regalo y con Él todos sus dones, frutos, bendiciones… inundan tu ser.
La lógica del Espíritu no siempre sigue las reglas normales del pensar y del actuar humano aunque nunca se opone a la verdad y al bien. El discernimiento es la búsqueda de la autenticidad cristiana para acertar en "la voluntad de Dios" (Rom 12,2).
A la luz de la Palabra de Dios "discernir" significa examinar, distinguir, escrutar. Palabra que es siempre viva, comunica nuevas luces para solventar las situaciones que se presentan en el caminar espiritual y apostólico.
El discernimiento necesita tiempo para ver los frutos y comprobar que son duraderos y afirmar que lo que hacemos:
1. está actuando el Espíritu Santo
2. está actuando el maligno
3. está actuando la propia persona
El espíritu malo se muestra en la soberbia, la falta de caridad, el odio, la confusión, la desesperación, el ansia de poseer, dominar y disfrutar. El espíritu natural, aparte de los desórdenes y debilidades, se muestra en la valoración excesiva del éxito, la eficacia, el fruto inmediato, el sentirse realizado, en la lógica humana.
El Espíritu Santo no se puede conjugar con el espíritu malo pero sí puede salvar y sanar el espíritu natural (datos sicológicos, sociológicos, etc.) orientándolo hacia un mejor servicio de amor y de verdadera eficacia evangélica.
No hay "reglas" exactas para discernir puesto que "el Espíritu sopla donde quiere" (Jn 3,8) trascendiendo los cálculos de la lógica humana.
La luz y la acción del Espíritu van por el camino de la oración, caridad, sacrificio, humildad, esperanza. Cuando se emprende un camino nuevo, esa nota de "paz" evangélica indica la existencia de la caridad. Sólo es posible discernir bien cuando se entra en la libertad interior de no condicionarse a preferencias humanas.
Se han señalado siempre unos medios de discernimiento: oración (como signo de humildad y confianza en Dios), consulta (como signo de comunión con los hermanos), examen de las propias inclinaciones, experiencias de los santos, estudio de los criterios de la Iglesia.
Una de las primeras tareas para este año de gracia, de júbilo, es que revises tu vida de relación con Dios ¡Revisa el lugar que tiene el Señor en tu jornada, en tu trabajo, en tu quehacer! ¿Te vives habitado, guiado, movido por el Espíritu o tu vida se encamina y guía por el espíritu del mundo?
Pide: Señor, dame la conciencia de que estar habitado y poseído por tu Espíritu, de manera que Él sea lo primero. Y evalúa: ¿Qué he de hacer para restablecer mi relación contigo Señor y hacer en todo tu voluntad?
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