Pautas jueves

Serán mis testigos por la fuerza del Espíritu Santo.


Rom 5.5

La esperanza, la cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él el amor de Dios se va derramando en nuestros corazones.
Si el Espíritu de Dios está en nosotros es porque Dios mismo se nos regala como un torrente de agua para nuestra vida, torrente que por donde pasa todo lo convierte en vergel, a mi encanta la comparación como esos proyectos de irrigación que convierten los desiertos en vergeles, hace que brote la vida allí donde no la había.

Con el regalo que Dios nos hace de darnos su mismo Espíritu, convierte nuestra vida, como esos proyectos, porque antes era como mar muerto llena de fracasos, vacío, frustraciones, aburrimiento, donde no había ganas de vivir, pero ahora el Espíritu Dios nos dice ¡Acógelo! Para que no tengas miedo, pues mi Espíritu está contigo, deja que el torrente de mi vida pase por tu vida y quedarás sano y tendrás vida para ti y los demás.

¡Qué suerte que nuestro Dios nos ame tanto y que nosotros podamos percibirlo!

El fuego del Espíritu es un fuego que no se puede apagar, es la presencia de Jesús, de la Palabra hecha carne en medio nuestro. De parte nuestra necesitamos fe para creer y una apertura de corazón y dejarnos poseer del Espíritu Santo de tal manera que nuestra vocación sea una consagración al Dios de la Vida y del Amor.

Esto es el año de gracia que Dios nos quiere regalar, la unión con Él, en la oración, en continuo diálogo, recuperar la conciencia que con el Espíritu Santo hemos recibido el encargo de anuncia la buena nueva, con la certeza de que Dios quiere regalarse a manos llenas a muchas personas a través nuestro.

Como dice, nuestro querido fundador, Jaime Bonet: “Solamente lo que atentamente oramos sabemos con sabiduría” Estatus VD 206.

El testimonio de vida es una experiencia que brota del interior, es una vivencia íntima con el Dios que nos habita, y eso nos hace santos, nuestra santificación es obra del Espíritu Santo que a través de la oración va forjando el hombre nuevo, renovado, que va engendrando la fe, alentando el seguimiento de otros que igualmente serán testimonio del Amor de Dios derramado sobre toda la humanidad.

El Espíritu santo en este año de gracia, restablecerá las relaciones con Dios, para que él, sea el primero en nuestra vidas y este mismo Espíritu nos impulsa como a Jesús a decir:

El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos Y proclamar el año de gracia del Señor. Luc 4,18

Y estas palabras son el motor que impulsa su vida y misión y nosotros en este año de gracia,será renovar la conciencia de que ese mismo Espíritu que impulsó a Jesús, ha inundado nuestros corazones para amarlo sobre todas las cosas y que Él tenga autoridad en nuestras jornadas de trabajo y es revisarnos si realmente nos vivimos habitados por el Espíritu de Jesús o dejamos guiar nuestra vida por el Espíritu malo y preguntarle ¿Qué he de hacer para restablecer la presencia del Amor de Dios derramado en nosotros?
Porque una de las razones por las cuales las personas no creen en Dios es porque no ven en nosotros ese amor de Dios derramado en nosotros y por lo tanto no amamos al prójimo, que es fundamental… por eso hay que revisar si la falta de fe en el otro es motivada por mí. En este día hagamos un acto de pedir perdón a Dios, por todas aquellas personas que dejaron de creer en Dios por no ser testigo fiel de su Amor derramado en mí.

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