Oramos poniendo en práctica lo escuchado
Lc 6, 47,49. Luc 11,27. Luc 8,21
Señor te doy gracias por este tiempo de Cuaresma tiempo de Gracia, de revisar nuestra vida, y que mejor a la luz de la Palabra y desde nuestro carisma, haciendo nuestro ejercicio de oración con el Dinamismo de la Palabra, que convierte que lleva a la Verdad y felicidad completa.
Y encuentro que es la manera apropiada, la que conviene para poder hacer que nuestra vida que revisamos, alcance el ideal que Tú le has marcado desde que nos has creado: Quieres que seamos felices, que vivamos en plenitud. Esas ansias están en nuestro corazón siempre, estamos sedientos de ser felices, que amemos y seamos amados, que no nos falte nada, que los matrimonios vayan bien, que las familias se comprendan, que haya justicia, que en las calle no hayan mendigos: ancianos y niños, haciendo mil cosas para llevarse unos centavos, quisiéramos que no hayan delincuentes que nos arrebaten nuestras cosas, Señor nuestro corazón desea vivir en paz, que todo este arreglado para nuestro bien, que se cumplan nuestros sueños, que lo que hemos proyectado se realice.
Pero parece que ese deseo de ser felices nunca lo alcanzamos parece un ideal muy alto porque no logramos atinar, creemos que la felicidad está en que no nos pase anda, en esta u esta otra cosa y nos frustramos porque no es allí. Entonces ¿donde está la felicidad Señor?, enséñanos tus caminos, enséñanos a dialogar contigo para dar con lo que a tientas vamos buscando, necesitamos encontrar el sentido de nuestra vida, para ser felices:
La dicha está en escuchar mi Palabra y vivirla…”Dichosos los que escuchan mi Palabra y la ponen en práctica” ¿o sea que la felicidad esta en escuchar y asimilar tu Palabra? Si escuchan mi Palabra pero no como un oyente olvidadizo, sino que ponen por obra mi Palabra y no se conforman solo con oírla entonces serán felices, pues de lo contrario se engañan a sí mismos, cuando no practican la palabra no me engañan a Mí, se engañan a sí mismos, porque se quitan la oportunidad de ser felices de verdad. (c,ref Stgo 1,23). Dichoso, pues, el que escucha mi ´palabra y la práctica. , Lucas 11,27
Señor confieso que muchas veces me he olvidado de practicar lo que he orado en la mañana; durante el día, en lo que digo, o hago tu palabra muchas veces no está presente, por eso mi fe se tambalea, aparece mi criterio, mi pensamiento, no doy lo que tú me has dado ¿cómo tengo que hacer Señor para que tu palabra penetre hasta el fondo de mi alma, para que lo orado me quede?
Te voy a decir a quien se parece el que viene a mí y escucha mi palabra y las practica. Se parece a un hombre que construyó una casa; cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Vino una inundación y la corriente se precipitó sobre la casa, pero no pudo removerla porque estaba bien construida.
¿O sea Señor que hay que cavar profundamente…esa es la clave?, escucharte y asimilar tu Palabra, trabajarla , no es pasar por encima, leyendo tu palabra, de una manera rápida o superficial?
Por el contrario, el que escucha, pero no pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. La corriente se precipitó sobre ella y en seguida se desmoronó, siendo grande el desastre de aquella casa. Lc 6, 47-49
Señor, enséñame a cavar profundo a sacar esa tierra que no deja entrar tu Palabra en mi corazón, sacar las piedras, las durezas que no dejan que tu Palabra llegue hasta el fondo, ayúdame a asimilar tu palabra, a trabajarla, a meditarla, a contemplarla, a dialogar contigo sobre lo que no me deja seguirte, lo que tapa mis oídos, lo que me hace olvidar tu Palabra, dar con lo que a menudo me hace caer y me roba tu Palabra…Enséñame a orar
Ayúdame a escucharte y asimilar lo que me dices para que seas en mi vida la Roca, la Fortaleza sobre la que necesito vivir y cimentarme, poder edificarme con tu Palabra, hacer los cimientos dialogando contigo, como una mezcla de humanidad y divinidad para que cuando arrecie el temporal, inundaciones, lluvias, tormentas, no me tumben, enséñame a orar escuchando, asimilando tu Palabra para vivirla, para ser feliz, para ser casa fuerte, que también acoja a los que construyeron sobre tierra, sobre sus criterios, sobre lo que creen que es lo mejor, los que no oran, que creen que la oración es perder el tiempo.
Señor necesito tener tiempos de oración largos, fuertes profundos, porque construir los cimientos no es cosa fácil, y rápida, necesito estar largos ratos dialogando contigo, cavando profundo, para llegar a la Verdad, para descubrir el tesoro de tu Amor que las raíces de mi vida solo pueden estar puestas en ti, separada de ti no puedo nada, (Jn 15,5) en cambio contigo mi vida puede dar fruto, ¡puedo amar, ser alegre, entusiasta, creativa!, puedo vivir y dar vida, mirar la vida de los demás con esperanza con fe, para ayudarles no para criticarles, salir al encuentro de los necesitados, de los que sufren, ser casa sólida que de albergue a los necesitados , a los forasteros darles techo , dar calor a los que te vienen a buscar a Ti, cuando buscan un consejo, una orientación para el problema que viven, en lo que los hace sufrir terriblemente.
Porque veo casas que sufren el temporal y no saben cómo levantarse, allí quiero ir Señor pero antes necesito que tu Palabra penetre profundo en mi interior, tú me dice que un ciego no puede guiar a otro ciego pues los dos caerían en el hoyo…, como puedo amar al enemigo si antes no me he mirado yo misma como enemiga, como puedo sacar cosas buenas de mi fondo si antes no me dejado sacar las cosas malas las que no me dejan dar los frutos que tu estas esperando de mi.
Gracias Señor por llevarme a una oración profunda donde he ido sacando mis miedos, lo que no me deja vivir con esperanza con fe, gracias por enseñarme que para ser feliz solo tengo que buscar el Reino practicando tu Palabra y todo lo demás se dará por añadidura, que Tú nunca me dejarás, que estarás conmigo hasta el fin de la Historia, que El único importante eres tu Señor y estar contigo, permaneciendo a la escucha de tu palabra, asimilándola y viviéndola podremos encontrar la felicidad que tanto anhelamos.
Gracias Madre mía por darme y llevarme a Jesús, porque te juegas, te das por entero, para que nosotros seamos felices como Tú escuchando y viviendo su Palabra.
Dios nos bendiga.
Nila.
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