Pautas Jueves
Déjenme cantar el amor que le tengo a mi viña
Is 5, 1-2
Vamos a entrar a la presencia de Dios, en nuestro corazón, ahí donde él permanece si saboreas día a día, el inmenso amor de Dios, donde su Amor todo lo llena para que aprendamos a amar como Él.
Déjenme cantar, en nombre de mi amigo, la canción de mi amigo por su viña. Una viña tenía mi amigo en una loma fértil.
El canto de Isaías es uno de los pasajes más bellos donde Dios nos canta su Amor hacia nosotros, “muy amados” nosotros somos el centro de interés de Dios.
El ha establecido con nosotros una relación íntima, personal, en ese diálogo amoroso, prolongado de cada día. Cuando experimento ese Amor-Vida, es como si me sumergiera en medio de su inmenso mar de amor y gozar de la frescura de un amor limpio e incondicional.
Porque es difícil ser fiel a Dios sino tenemos una actitud vigilante ante ese amor que nos da vida, que hace que se encarne su Palabra en nosotros, sino seremos, esa viña, del canto de Isaías: La cavó quitando las piedras, y plantó cepas escogidas. En medio de ella construyó una torre y también cavó un lagar. El esperaba que produjera uvas, pero sólo le dio racimos amargos.
Esas cepas escogida es el inmenso amor de Dios con que nos creó para que seamos como Él; a su imagen y semejanzas, nos cuidó y nos demostró su amor: Juan 3,16 diciendo: si acaso no me entienden, porque no me ven, les mando a mi Hijo para que vean mi Amor y Él va a ser mi Palabra encarnada, ahí tienen a otros que les seguirán, los sacerdotes, misioneros, misioneras, día a día les recordarán mi inmenso Amor, con que fueron creados y sostenidos hasta hoy, nada les faltará yo estaré con ustedes hasta el fin de los siglos.
La pregunta es: ¿Creemos en la Palabra? ¿Vivimos lo que creemos?
Estas preguntas son las mismas que nos dice Isaias más abajo, ¿Qué otra cosa pude hacer a mi viña que no se lo hice? ¿Por qué, esperando que diera uvas, sólo ha dado racimos amargos?
Preguntas que nos desafían y hacen doler el corazón de Dios porque nuestra fe no va con nuestras obras, la vivencia de la Palabra no va con el llamado a la santidad que Dios quiere.
Estas preguntas que nos hade Dios nos invita a replantearnos nuestra vocación y misión de ser testigos vivos de su Palabra. De vivir las verdades del temario que contienen las verdades fundamentales y que constituyen la espiritualidad del Verbum Dei.
El temario es el manual de nuestra oración diaria, de testimonio de vida y de predicación que nos ha dado nuestro querido fundador Jaime Bonet.
Vamos a pedir a la Madre, María amiga, compañera en las horas de oración y predicación que nos enseñe a ser signos vivos de la presencia de Dios en el mundo.
Is 5, 1-2
Vamos a entrar a la presencia de Dios, en nuestro corazón, ahí donde él permanece si saboreas día a día, el inmenso amor de Dios, donde su Amor todo lo llena para que aprendamos a amar como Él.
Déjenme cantar, en nombre de mi amigo, la canción de mi amigo por su viña. Una viña tenía mi amigo en una loma fértil.
El canto de Isaías es uno de los pasajes más bellos donde Dios nos canta su Amor hacia nosotros, “muy amados” nosotros somos el centro de interés de Dios.
El ha establecido con nosotros una relación íntima, personal, en ese diálogo amoroso, prolongado de cada día. Cuando experimento ese Amor-Vida, es como si me sumergiera en medio de su inmenso mar de amor y gozar de la frescura de un amor limpio e incondicional.
Porque es difícil ser fiel a Dios sino tenemos una actitud vigilante ante ese amor que nos da vida, que hace que se encarne su Palabra en nosotros, sino seremos, esa viña, del canto de Isaías: La cavó quitando las piedras, y plantó cepas escogidas. En medio de ella construyó una torre y también cavó un lagar. El esperaba que produjera uvas, pero sólo le dio racimos amargos.
Esas cepas escogida es el inmenso amor de Dios con que nos creó para que seamos como Él; a su imagen y semejanzas, nos cuidó y nos demostró su amor: Juan 3,16 diciendo: si acaso no me entienden, porque no me ven, les mando a mi Hijo para que vean mi Amor y Él va a ser mi Palabra encarnada, ahí tienen a otros que les seguirán, los sacerdotes, misioneros, misioneras, día a día les recordarán mi inmenso Amor, con que fueron creados y sostenidos hasta hoy, nada les faltará yo estaré con ustedes hasta el fin de los siglos.
La pregunta es: ¿Creemos en la Palabra? ¿Vivimos lo que creemos?
Estas preguntas son las mismas que nos dice Isaias más abajo, ¿Qué otra cosa pude hacer a mi viña que no se lo hice? ¿Por qué, esperando que diera uvas, sólo ha dado racimos amargos?
Preguntas que nos desafían y hacen doler el corazón de Dios porque nuestra fe no va con nuestras obras, la vivencia de la Palabra no va con el llamado a la santidad que Dios quiere.
Estas preguntas que nos hade Dios nos invita a replantearnos nuestra vocación y misión de ser testigos vivos de su Palabra. De vivir las verdades del temario que contienen las verdades fundamentales y que constituyen la espiritualidad del Verbum Dei.
El temario es el manual de nuestra oración diaria, de testimonio de vida y de predicación que nos ha dado nuestro querido fundador Jaime Bonet.
Vamos a pedir a la Madre, María amiga, compañera en las horas de oración y predicación que nos enseñe a ser signos vivos de la presencia de Dios en el mundo.
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