Pautas Viernes

Nuestra misión está centrada en enseñar a orar.


Hechos 6,4
… mientras que nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la Palabra. Hecho 6,4

Orar y predicar, no pueden ir separados, así lo concibió el Padre Jaime Bonet, nuestro fundador, la vivencia y convivencia del Amor Trinitario de Dios en nosotros y entre nosotros (Cf Lc 17,21) y el anuncio de este mismo reino de Dios por todo el mundo con la vida y la Palabra (Cf Mateo 16,15) y es también nuestra experiencia personal, oramos y no podemos callar lo orado.

Y es esta la razón de tanto júbilo en estos 50 años de peregrinar por la Palabra, la presencia de Dios entre nosotros y anunciar al mundo su gracia y su misericordia. Ese es nuestro Carisma que le ofrecemos al mundo aún en nuestra pequeñez, como María proclamar con alegría que Dios se sigue comprometiéndose con nuestra vida, remodelando nuestro barro para que sea más luminosa la luz de la Palabra, y Jesucristo, brille con mayor fuerza.

Los discípulos lo entendieron así, y decidieron dedicarse de lleno a la Oración y a la Predicación de la Palabra; y para aquellos que hemos asumido el carisma Verbum Dei, lo que menos podemos hacer es: Que el amado sea amado por todos.
Para anunciar, necesitamos escuchar a Dios en su Palabra, asimilarla y vivirla de tal manera que nos trasmita su misma Vida, en ese diálogo diario, íntimo, boca a boca como nos enseñó Jesús, de allí nace nuestra predicación en la Palabra de Dios creída.

Nuestra llamada, se centra en la acogida que le demos a la Palabra, porque de ahí mana la VIDA-AMOR de Dios ¿Quién no tiene experiencia de querer dar lo orado? Cuando aprendí a orar me parecía imposible que todo un Dios se abaje a su criatura para dirigirle su Palabra y luego saborear su gracia y su Amor en esos ratos íntimos, largos y sosegados y salir de la oración con el corazón henchido de tanta maravilla, de tanto amor, de tanta , que uno no puede callar y querer que todos se salven, que todos los seres humanos gocen de ese Amor-Vida que a pesar de no merecerlo, lo disfrutamos porque a Dios le pareció bien, regalarnos esta misión.

Nuestra misión es esta: acoger y trasmitir ese Amor-Vida recibido a todos los hombres.

La unión vital con Dios por medio de su Palabra hará fácil nuestro apostolado, que no es más que manifestar a través de nosotros el profundo Amor de Dios a sus criaturas.

Jesús lo ha prometido: El que permanece unido a mí y yo en él, da mucho fruto, separados de mi no pueden hacer nada y nos enfatiza “Permaneced en mi amor” (Juan 15).

Nuestra fidelidad al carisma, depende de nuestra unión con Jesús en largos ratos de oración así como de la formación en las escuelas, lo que nos llevará sin duda a ser como “JESÜS” nuestro ideal, sin adulteraciones, ni rebajas, de tal manera que quien nos escuche, a Jesús escuche y quien nos vea, vea el rostro de Jesús a través nuestro.

Esta Vida-Amor recibida en la oración, define nuestra vocación al ministerio de la Palabra, y es Jesús quien nos la regala para dar Vida a los que nos rodean: en el hogar, trabajo, colegio, universidad.

Pidamos a María, Madre de Dios y nuestra, imprescindible en nuestros ratos de oración y apostolado, que oriente nuestra vida: a vivir a plenitud, el carisma que por obra y gracia, Dios nos ha regalado.

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